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Un pulso hacia lo correcto

No siempre es fácil contar un suceso, y no siempre sabes cual es la forma correcta. Cómo cuentas que han muerto dos personas en un accidente de tráfico, o cómo explicas que se ha suicidado un hombre. A veces el sensacionalismo vence en un pulso a la información. Y es que hay muchos periodistas sin escrúpulos que venden la emoción de una muerte.

El pasado 24 de noviembre en la Universidad Miguel Hernández de Elche, Alfonso Armada mostraba su oposición a estos periodistas que caen en el sensacionalismo y no muestran humanidad a la hora de informar sobre una desgracia. Armada compartió con todos los asistentes su vivencia en primera persona del atentado del 11-S, y las dudas que se le planteaban. Él sabía que tenía que contarlo, pero ¿cómo? Cómo hacerlo sin involucrarse, sin que surjan sentimientos. Cómo hacerlo desde fuera habiéndolo vivido. Con sangre fría y delicadeza.

Por otro lado en la charla no era posible no nombrar a Ryszard Kapuscinski, y así alegó, “Habíamos convertido a Kapuscinski en un mito, y ahora lo hemos humanizado”. Ya que tras su admiración, también objetivamente dijo que Kapuscinski era un hombre que se dejó vencer por los medios.

En la ponencia fue inevitable que nombraran a la periodista Samanta Villar, cuando Armada dijo “Cuando el periodista se convierte en protagonista de una historia, en el personaje principal, es que algo está mal”. Aclaró que no es que sea incorrecto, solo que no le gustaba.

Celia Ruiz

PR5171210/FCO. JAVIER PERIS

Nacido en Vigo en 1958, Alfonso Armada ha trabajado en los diarios Faro de Vigo, El País y ABC. Ha cubierto  numerosos conflictos  bélicos como  Sarajevo, Ruanda, Bosnia, República Democrática del Congo, etc.

Era corresponsal en Nueva York cuando se produjo el ataque contra las Torres Gemelas. También ha escrito teatro y poesía, y ha obtenido numerosos galardones por ello. Actualmente está atareado con su proyecto de revista online con reportajes de investigación FronteraD.

Durante su clase conferencia con los alumnos de la UMH, Armada comentó con los asistentes la situación actual del periodismo y de los corresponsales. Hizo referencia al gran periodista polaco Ryzard Kapusciniski, resaltando la importancia de su método de trabajo como reportero, ya que Kapuscinski tenía como norma infiltrarse entre la población y tener el contacto directo para contar al detalle  cómo ocurrían los hechos.

Según Armada,  el periodista debe saber ofrecer una información más testimonial, para así  lograr con ello informar de una manera más veraz aunque siempre, evitando tomar protagonismo en la noticia. Cuando el periodista es el “centro” de todas las miradas, es porque estará haciendo algo mal.

Alfonso Armada aprovecho la ocasión para presentar  su nuevo libro “Diccionario de Nueva York“. Una obra en la que relata sus experiencias vividas  en la ciudad de Nueva York, la ciudad más famosa del planeta.

La realidad como protagonista

PR5171210/PEDRO ORTUÑO

En lo que podría considerarse como una verdadera lección magistral a modo de coloquio sobre Periodismo, el prestigioso corresponsal Alfonso Armada iluminó la Universidad Miguel Hernández de Elche con su confianza en el buen Periodismo y la crítica a las malas artes de algunos pseudocreadores de información.

Actualmente se encuentra inmerso en un proyecto de revista online nutrida de reportajes de investigación y abanderada por el periodismo de calidad: Fronterad, al más puro estilo The New Yorker.

Humilde, sereno y derrochando amor por su profesión cada vez que hilvanaba una frase, el escritor, poeta y corresponsal vigués –tarea que desempeña actualmente en ABC y tiempo atrás en El País-, en un acto meritorio de ser admirado, no emulo a Umbral y tuvo a bien apartar la presentación de su último libro ‘Diccionario de Nueva York’ en su escala de temas a tratar para hablar del cuarto poder.

Armada –apellido en el que reside una coincidencia bárbara- ha cubierto un gran número de conflictos bélicos en Bosnia, New York y el continente africano. A miles de kilómetros de aquí, ocurren cosas y la labor de los corresponsales como él es contarlas, mostrarlo al mundo. “La palabra escrita puede cambiar la realidad”, clamaba el periodista para resumir la obligación de la profesión: ser fiel a la verdad, sin caer en versiones oficiales ni intereses políticos: “en el ámbito de la vida pública también es importante buscar arreglos por vías no oficiales”. Armada aboga por distanciarse de los gobiernos y acercarse a la población: por la independencia del informador ante el poder. Y todo sin que el nombre del periodista goce de más importancia que lo que se cuenta. “Algo va mal” cuando esto sucede, asegura Armada. Porque este poder –el cuarto, en concreto-, también se sube a la cabeza.